2.4.10

<< Manual para tomar un colectivo: Versión extendida >>

Como decía Heráclito: “todo te fluye”. Es muy complicado buscar rasgos de una escritura perdida en los mares mentales de una persona, sobretodo cuando esa masa de millones de litros de agua (y algunos residuos cloacales y animalitos) está en constante movimiento. Pero acá está también el “eterno no retornable”, o algo así, del que habla Sigmund “Pink” Freud, que nos hace encontrar placer en volver a cometer los actos que más dolor nos causa, ¡y por eso vuelve nuestro blog!
Siguiendo el temita este de la escritura, o del tipeo mejor dicho, nos sentimos orgullosos de apuntar a lectores con determinado perfil: sí, sí… sabemos que somos extremadamente selectivos, y nos gusta pensar que es por nuestro hermetismo y humor, y no por la falta de interés del público en general. Pero como buscamos calidad y no cantidad, sepan que son muy importantes, sobretodo a la hora de la colecta de fondos, ya que necesitamos dinero para mantener el sitio y el elevado nivel de vida de nuestro equipo de artistas, porque lo que deberán pagar si desean seguís con la lectura de este informe.
Sí todavía queda alguien detrás de la pantalla, les cuento que hemos vuelto a renovar el sitio por la insistencia de algunos lectores –como tres más o menos-, pero sobre todo por que queríamos volver a escribir y postear en algún lado y pretender que alguien nos dedique unos minutos, cosa difícil creemos, porque Internet está tan saturado de porquerías y galletitas de la fortuna que leer cualquier texto de más de veinte palabras se hace tan difícil como mantener al aire un programa de N. Repetto por seis meses sin cambiarlo de horario. Entonces, es más que aplaudible nuestra insistencia, pero no más que la de nuestros exiguos lectores, que siempre se han quemado la cabeza intentando descifrar que mierda estoy diciendo. Una de ellos, creo yo, por lo menos de mis lectores/oyentes regulares, es Gisele Lacoste, quien siempre recuerda mi olvidado “Manual para tomar un colectivo”. En homenaje a ella, sumado a la estatua ecuestre que le hemos preparado, va este “Manual para tomar un colectivo: versión extendida”. Sabemos que el blog ya ha sido atiborrado por análisis colectivescos, pero nos importa un pomo.

El colectivo: Concepto y objeto.

Supongamos la siguiente situación: Fede, Lola, Paco y Pepa (disculpen, pero saqué los nombres de un manual de primaria) van a trabajar todos los días, menos los sábados, porque son judíos. Cada uno vive en una casa propia y ejercen sus profesiones en lugares distintos, pero todos lo hacen en horarios similares. Los puntos en los que se encuentran los trabajos y los hogares de nuestros tipitos son cercanos, por lo que podrían compartir el transporte. Como ninguno tiene auto, se podrían poner de acuerdo en tomar un taxi y dividir el gasto (todo el mundo conoce la actitud de los judíos con respecto al derroche). Sin embargo, existen una cantidad de conflictos que imposibilita esta decisión:

- En primer lugar, Paco es quien paga la factura final, y todos desconfían de su integridad y la de las empresas de transporte.
- En segundo lugar, Fede se quiere levantar a Pepa y ella no lo soporta.
- En tercero, nadie quiere hablar con el conductor.
- Por último, aunque hay otros, nadie quiere viajar en el asiento de adelante.

La solución se encuentra en un vehículo de carácter masivo para abaratar costos, de un recorrido exclusivo e inamovible (como tantas de nosotras), de una tarifa fija y de un flujo de móviles constante con el fin de un mayor abarcamiento de tiempo: Eso es un colectivo.
Entre otras ventajas, este transporte público otorga las siguientes:

a) La imposibilidad –estrictamente prohibida- de hablar con el chofer o que él hable con usted.
b) La innecesidad de tener que comunicarse con otros pasajeros.
c) El libre albedrío.
d) La facilidad de encontrar siempre a alguien más desagradable que uno.
e) La imposibilidad de ser atropellado por una bicicleta una vez dentro del colectivo.
f) La ausencia de animales salvajes peligrosos, como el león o el pavo real.
g) La escasa cantidad de invasiones bárbaras que han intentado saquearlo.

Instrucciones concretas sobre el colectivo.

Por lo general, estos vehículos se desplazan desde un punto de partida o A hasta un punto terminal o B, en un recorrido que denominaremos α. Al pasar por B, B se transforma en A y A en B, y este recorrido lo denominaremos β. No necesariamente α es igual a β: por lo general, el colectivo va en sentido opuesto, pero también existen variaciones significativas, de las cuales conviene estar informado.
El conocimiento de los trayectos por lo general pertenece a la rama de los saberes populares, por lo que siempre conviene preguntarle a un anciano o a un payador, quien le dará la información que usted necesita en rimas que casi siempre contienen los versos “ahí va llegando al casino” o “en donde perdí mi poncho”.
Los recorridos se caracterizan por estar eslabonados por cabinas, marcas en los postes o en el cordón de la vereda, los cuales indican los puntos en donde, y solo en esos, el colectivo se detiene ante su gesto. Estos puntos, a partir de ahora, los denominaremos como paradas. Es decir, que el colectivo solo es utilizable si usted se encuentra en estos puntos, siempre estratégicos y colocados, por lo general, en distancias de doscientos metros.

Instrucciones extremadamente concretas para la utilización de estos transportes.

1. Lo que usted primero debe tener en claro es qué colectivo le resulta conveniente. Denominaremos a la parada más cercana a su punto de partida (Pa) como a, y a la parada más cercana a su punto de destino (Pb) como b. Entonces, usted deberá elegir el colectivo cuya relación entre Pa y a y Pb y b sea menor, con el objetivo de caminar menos. Otros factores que se debe tener en cuenta son: la cantidad y calidad de pasajeros que suelen tomar el colectivo, la frecuencia con que se presenta en a, el tiempo que le toma llegar, por lo general, desde a a b, la cantidad de animales agresivos que hay entre Pa y a y b y Pb, la posibilidad de encontrar dinero entre Pa y a y b y Pb, entre otros factores de índole subjetivos.

2. Una vez resuelto el problema 1, usted deberá dirigirse a la parada previamente escogida. Una vez en la parada, usted se encontrará en el estado “pasivo”, ya que no deberá realizar ninguna acción hasta que no visualice el correspondiente transporte. Si existiese banco, lo más sensato es que, en su espera, usted se siente en la parada, al menos que se encuentre llena de pasivos. En es caso, le corresponderá hacerlo de parado, al menos que encuentre otra parada disponible.

3. Una vez visualizado el correspondiente vehículo, usted deberá levantar y extender su brazo y antebrazo, con sentido hacia a la calle, de forma tal que queden paralelos al suelo. Es recomendable que el miembro extendido sea el derecho, ya que si usted levantara el izquierdo quedaría dándole la espalda al colectivo. También es recomendable ponerse en una posición donde sea visible a los ojos del conductor, aunque siempre se corre el riesgo de ser aplanado por conductores escasos de vista, de cerebro, y de otras cualidades notorias.



Si bien este texto siempre careció de funcionalidad, hoy en día es entregado por nuestros funcionarios municipales para justificar enormes sumas de recursos invertidos oscuramente, ha sido premiado con tres premios Estrella de Mar y su autor ha sido reconocido con la Tarjeta magnética deteriorada de la ciudad.